La antigua cristalería “El Espejo” se encuentra en una pequeña calle lateral, no lejos de la Plaza de la Revolución.
Conocido como Estudio 50, ahora es un taller de arte y diseño. Y para la Bienal de La Habana, es el sitio de «Illness Has a Color», una amplia muestra de arte cubano contemporáneo que se inauguró esta semana.

«Illness Has a Color» incluye obras de artistas establecidos y más jóvenes. La muestra fue a cura de Lida Sigas, Daleysi Moya y Aurora Carmenate, todas del Staff del Apartamento. Christian Grundín fue el organizador y productor de la exposición, junto con Luis Mario Gell quien lleva el proyecto de Estudio 50.

Entre las primeras obras que se vieron en la entrada se encuentra «El rostro de la nación», de Alexandre Arrechea, en el que continúa su exploración de las formas en blanco y negro y su relación con la identidad cubana.

La gente entraba a tropel al espacio, que todavía mostraba muchos signos de su pasado industrial.

Colgando cerca de la obra de Arrechea en la pared de la entrada, una serie sin título de Marlon Portales representó a Fidel Castro en diferentes etapas de su vida, en un estilo que parecía que las imágenes en sí mismas se estaban disolviendo.

Las obras en exhibición incluyeron “Espejismo”, una forma en concreto que se asemeja a un mapa, de Ariamna Contino y Alex Hernández.

Dagoberto Rodríguez, anteriormente en Los Carpinteros, presentó un dibujo de acuarela de gran tamaño en tres partes.

Algunos artistas se inspiraron en la anterior encarnación del edificio como cristalería. Los Fundamentos de la transparencia, de Adrianna Arronte, parecían estar ensamblados a partir de materiales encontrados en el sitio.

Otras obras, aunque no son específicamente industriales, encajan bien en la configuración de fábrica, incluida la instalación de Arles del Rio.

Otras utilizaron el color y la luz para lograr un efecto llamativo, especialmente para las fotos.

El Diario perdido de Reynier Leyva Novo consistía en lo que parecía una colección fortuita de sillas, colocadas al azar en todo el espacio. Pero cada una tenía un pequeño espejo debajo, que, si un visitante se agachaba para verlo, tenía un mensaje que revelar.

Un pequeño entresuelo ofrecía un lugar más íntimo para obras de pequeña escala, incluido la obra de pared ubicada en la parte superior de las escaleras.

Una pieza del duo jorge y larry combinó concreto industrial con cerámicas delicadas, creando un drama representado por figuras de porcelana.

Conocido por las obras que re-leen y deconstruyen la historia, la escultura cinética de José Manuel Mesias, Instrumento para desmontar una imágen del siglo xix, 2016-2018, exploró este tema desde un ángulo diferente.