Con el objetivo de reconocer los logros en el campo de la creación e incentivar la excelencia en distintas ramas de las artes, la Fundación CINTAS ha desarrollado una labor encomiable en el reconocimiento y la preservación del patrimonio cultural cubano.

La Fundación abre así sus puertas en 1962, con premios anuales en las categorías de artes visuales, arquitectura, composición musical y creación literaria. Los galardonados en los artes visuales además del reconocimiento y dotación que acompaña la beca, son invitados a formar parte de la Colección de Becarios CINTAS (CINTAS Fellows Collection), una colección de arte cubano sin paralelos, considerada la mayor colección de artistas cubanos residentes fuera de la isla.

«La planta,» 2016, por Tomás Esson, ganador de la beca de la Fundación CINTAS 2018–19 en las artes visuales.
Cortesía de Fredric Snitzer Gallery.

Desde su lanzamiento, la beca se restringía sólo a artistas cubanos y descendientes de cubanos radicados fuera de la isla. En mayo del 2017, y a partir de las flexibilizaciones entre las relaciones diplomáticas de ambos países, la Fundación CINTAS expande sus límites para incluir a artistas cubanos y descendientes de cubanos sin importar el lugar de residencia de los mismos.

En adición a los premios tradicionalmente otorgados por la beca CINTAS, en 1988, la Fundación Cintas establece por primera vez el CINTAS Lifetime Achievement Award, premiando en su primera edición las excepcionales trayectorias de Lydia Cabrera—el foco de una exposición actual en la Americas Society de Nueva York—y el artista Enrique Riverón. Este importantísimo premio que no tiene carácter anual y es directamente designado por la junta directiva de la Fundación CINTAS, se basa en el mérito y calidad del cuerpo de trabajo de sus nominados y es altamente selectivo.

En este 56 edición, la Fundación CINTAS ha premiado la obra del profesor y ensayista Juan A. Martínez (La Habana, 1951), cuya incesante labor en el campo de la pedagogía y la investigación durante más de cuatro décadas ha marcado generaciones de artistas, historiadores de arte y críticos.

Victor Deupi (a la izquierda), el presidente de la Fundación CINTAS, presenta el premio a Juan A. Martínez.
Cortesía de la Fundación CINTAS.

Especializado en arte europeo y arte moderno cubano, Martínez es el autor de numerosos ensayos y libros sobre arte cubano, debiéndose a su denodada labor la sistematización de significativos períodos del arte cubano. Rememoremos en este sentido su conocido libro Cuban Art & National Identity: The Vanguardia Painters, 1927–1950 (University Press of Florida, 1994) así como el estudio incisivo de la obra de artistas medulares dentro del arte cubano, entre ellos, Carlos Enríquez, Fidelio Ponce, Maria Brito y el icónico grupo The Miami Generation.

A raíz de su Lifetime Achievement Award, Janet Batet ha realizado una entrevista a Juan A. Martínez.

Mi muy estimado Juan, la experiencia migratoria es un proceso, si bien no exento de tribulaciones y sinsabores, que nos aporta también una identidad poliédrica fundamental ¿Cómo perfila esta identidad poliédrica la reevaluación de la historia del arte cubano, o sea, de la historia del arte de ese enclave originario que ya no habitamos?

Mi experiencia migratoria tuvo sus tribulaciones, pero pocos sinsabores. Vine a un Miami que ya tenía bastante cubanos en el año 1966 y el clima y la vegetación eran muy parecidos a Cuba. Después, estudiando en el norte de la Florida, conocí más el mundo norteamericano que también devenía parte de esa identidad poliédrica de la que hablas. Ya hace muchos años me siento muy cómodo en ambos mundos. Me considero un cubano americano.

El portal del libro «Carlos Enríquez: The Painter of Cuban Balads (El pintor de baladas cubanas) by Juan A. Martínez.
Courtesy Juan A. Martínez.

Es muy posible que mi interés en el estudio del arte cubano tenga que ver con hondar en mi identidad cubana. Quizás al principio mi interés en el arte cubano pre-revolucionario tuvo algo que ver con la nostalgia “Miamense”. En cuanto a estudiar el arte moderno cubano desde fuera creo que me ha dado cierta perspectiva o distancia, que en el mejor de los casos ayuda a acercarse a la objetividad.

Usted es, tal vez, el investigador que mejor conoce las colecciones de arte cubano en el sur de la Florida. Colecciones de un valor insoslayable y todavía un caudal por estudiar a cabalidad. ¿Qué papel considera tienen estas colecciones dentro de la historia del arte cubano?

Si vas a las casas de los coleccionistas de arte en Miami, es impresionante la cantidad y calidad de arte cubano moderno y contemporáneo. De modo que si ponemos juntas estas colecciones, el arte cubano del siglo veinte está representado en Miami tan bien como en cualquier otra ciudad del mundo, incluida La Habana.

En mi caso esas colecciones han sido de gran valor en mis proyectos de artículos, catálogos, libros y curaduría. También lo han sido para otros. Las monografías publicadas por la editorial Vanguardia Cubana en los últimos años serían muy pobres si no incluyeran las obras en las colecciones del sur de la Florida.

Desde su perspectiva, de tantos años de experiencia académica, investigativa y trabajo con instituciones académicas, museos y galerías privadas, ¿qué esfuerzos mancomunados deberían lograrse a fin de hacer posible un estudio sistemático del arte cubano en el sur de la Florida?

Creo que sería importante hacer tal estudio. Hoy por hoy Miami es la capital del mercado y el coleccionismo del arte moderno cubano (1930-1960).

Yo estoy por terminar un ensayo preliminar sobre ese coleccionismo en esta ciudad desde el 1980 al 2010. En si es un testimonio de mi experiencia con esa práctica durante esos años. La narrativa incluye características, asuntos problemáticos, circulación, preservación, y descripción de la mayoría de las colecciones más importantes, aunque muchas ya no existan. Las incluyo por el valor histórico de las mismas.

Oscar García Rivera, «Comparsa», ca. 1940, una de las obras en la exposición «Cuban Art and Identity 1900–1950,» curada por Juan A. Martínez y presentada en el Vero Beach Museum of Art en 2014.
Cortesía de Vero Beach Museum of Art.

Usted no sólo ha sido un investigador insaciable de la historia del arte cubano, sino que también ha estado muy de cerca del arte realizado por cubano-americanos en el sur de la Florida, especialmente The Miami Generation, ¿qué papel ha jugado el arte cubano en el desarrollo de las artes locales?

En el caso de Miami, tenemos diferentes grupos. Esta el grupo de cubano-americanos que emergieron en los 1970s y 1980s en la ciudad; está The Miami Generation y también la generación de los 80s, ambos grupos vinieron a vivir aquí en Miami y todavía hacen su trabajo aquí. Después, tenemos la generación post-2000, algunos solo de paso, pero realizando la labor comercial aquí.

En el caso específico de la llamada Generación de Miami, muy poco. En cuanto al elemento cubano presente en su arte se trata más bien de su experiencia personal creciendo en Miami. Hay veces trabajan con algún recuerdo, cierta nostalgia, alguna imagen o frase, un evento histórico, y en otros ni eso.

Van desde Humberto Calzada, quien hace bastantes referencias a Cuba, a Pablo Cano que las hace un poco más sutil, a Fernando García quien hizo algunas piezas referentes a casos históricos, hasta María Brito, Arturo Rodríguez o Mario Bencomo, en el arte de los cuales son raras las referencias a lo cubano. Los artistas de esa generación se formaron en este país y eso se refleja en su arte.

Humberto Calzada, «Years of Noble Aspirations» (Años de nobiles aspiraciones), 1993.
Cortesía de artnet.com.

Todo esto es más complicado que puedo explicar en esta entrevista.

¿Cómo ve Juan Martínez el arte cubano actual, dentro y fuera de la isla?

Yo no estoy al tanto del arte cubano actual desde la década del 90. El arte de esa década me gustó mucho, sobre todo por el uso de materiales pobres, el empleo de la ironía y el doble sentido. Desde entonces mis artistas preferidos de la isla son José Ángel Toirac y Lázaro Saavedra. Lo que me atrae del arte del primero es su reinterpretación de aspects claves de la historia de Cuba y del segundo su humor cortante.

Lázaro Saavedra, «Despues de todo nos llevamos bien,» 1987.
Cortesía de The Farber Collection.

En Miami he seguido más o menos el arte de la denominada generación de los 80. Artistas como José Bedia, Rubén Torres Llorca, Glexis Novoa, Tomás Esson, Ana Albertina Delgado, entre otros. Me parece que han hecho una obra excelente en Miami.

¿Cuál es el peso histórico de la beca CINTAS?

Por más de medio siglo la beca CINTAS ha sido la única institución que ha apoyado con dinero y prestigio a los artistas cubanos viviendo fuera de la isla. La lista de galardonados es larga, más de 300. Eso es mucho que decir.