Michel Pou, de la serie It’s not the truth about the US…, 2016.
Cortesía de AREA Gallery.

En los años recientes, una multitud de ciudadanos de Estados Unidos han viajado a Cuba, deseosos de conocer un país que estaba fuera de sus alcances. Pero cómo los cubanos ven a los EEUU? A finales del pasado año, la muestra: El Yuma: Contemporary Cuban Art abrió en la galería AREA en Boston.

Los artistas incluyen a Abel Barreto, Adriana Arronte, Alejandro González, Ángel Ricardo Ríos, Ernesto García Sánchez, Francisco Alejandro Vives, Humberto Díaz, Jesús Hernández, Levy Orta, Mari Claudia García, Meira y Toirac, Michel Pou, Sandra Pérez, y Sandra Ramos.

Les presentamos varias obras incluídas en El Yuma, junto a comentarios extraídos del ensayo de Sachie Hernández, co-curadora junto a A. D. Guerra, fundador de AREA.

“Yuma” se le dice en Cuba a todos los extranjeros, pero los más “yumas” de todos, los verdaderos “yumas”, han sido siempre los estadounidenses. Y cuando alguien viaja de visita o para quedarse definitivamente a los Estados Unidos, también se suele decir “me voy pal yuma”. Esa definición popular surge en Cuba con la proyección del Western  ‘3:10 to Yuma’ (Delmer Daves, 1957).

Los artistas que integran la exposición nacieron en Cuba entre finales de los años ´60 e inicios de los años ´90, la mayoría viven y trabajan en la Isla, pero todos han tenido la posibilidad de viajar, incluso a los Estados Unidos, por lo menos en una ocasión, y hay algunos que viven y trabajan entre La Habana y alguna otra ciudad del mundo, incluida Miami. Sus visiones, por tanto, no son excesivamente locales. Les pedimos que emitieran un juicio personal sobre los Estados Unidos, que podía moverse del estereotipo a la reflexión consistente y que podía resultar en una visión crítica o apologética. Asimismo, tampoco pusimos límites en materia de tópicos a tratar.

Encontraremos obras que abordan el tema de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. Meira y Toirac utilizan un enfoque histórico, a partir de la revisión de lo acontecido en torno a la explosión, en la Bahía de La Habana, del acorazado norteamericano Maine, que dio inicio a la guerra Hispano Cubano Norteamericana de finales del siglo XIX y la posterior intervención de los Estado Unidos en Cuba.

Meira y Toirac, Remember the Maine, 2012–13.
Cortesía de AREA Gallery.

La obra refiere también los avatares sufridos por el monumento que se construyó, alegórico a ese acontecimiento, que funciona como metáfora casi perfecta de la evolución de las relaciones entre ambos países. La pieza usa el soporte del suvenir cerámico, los platos, porque fue, justo en torno a este accidente y al arribo de numerosos turistas norteamericanos a La Habana, que por primera vez la historia y el patriotismo se transformaron en Cuba en motivo mercantil.

La obra de Abel Barreto de la serie Calm Horizon es quizás más sutil, simbólica, pero no por ello menos fuerte. La supuesta calma que pudiera desearse o percibirse en el horizonte que sugiere la soga, queda cuestionada por la tensión poderosa que evoca el nudo. No hay horizonte, ni geográfico, ni más cercano en términos familiares y de alternativa de vida para un cubano, que los Estados Unidos.

Abel Barreto, de la serie Calm Horizon, 2016.
Cortesía de AREA Gallery.

Mari Claudia García, con la obra más tautológica en su posicionamiento frente al título de la exposición, registra las opiniones que tiene su familia sobre El Yuma. Ella no pregunta por los Estados Unidos, pero casi todas las respuestas de manera espontánea se refieren a él.

Mari Claudia García, un cuadro de video de la instalación de video y acción Genealogy of the Metaphor, 2016.
Cortesía de AREA Gallery.

Es el registro de la diversidad de criterios y las contradicciones que podemos encontrar sobre el tema, en una misma familia cubana, a partir de edades y diferentes experiencias de vida. Un conjunto de postales compradas en Amazon del condado de Yuma completan su propuesta; ella ha traído el mensaje de sus familiares y le encantaría que el público norteamericano devolviera el gesto, a través de ellas.

Francisco Alejandro, Sin título, 2016.
Cortesía de AREA Gallery.

La obra de Francisco Alejandro, no es directamente sobre la música, pero sí sobre el  universo visual que se construía en torno a la música foránea, sobre todo “americana”, que se escuchaba en la Isla durante los años ´80. Sus piezas son la representación de sus recuerdos en torno al intento de decorar sus casetes, procurando que fueran los más personales, los más “yumáticos” posibles. El Jim formaba parte de grupos de jóvenes que tratando de zafarse de la homogenización excesiva de la sociedad, intentaban articular un modo de vestir, de estar, de compartir, de vivir diferente. Los tildaban de diversionistas ideológicos, pero la mayoría no profesaban un culto a los Estados Unidos, sino cierta resistencia al empobrecimiento de la individualidad y de la diversidad de la de la sociedad cubana.

Angel Ricardo Ríos también dirigió su atención a los procesos de apropiación y asimilación de códigos e íconos de la cultura de masa norteamericana, haciéndole un guiño evidente a Warhol. En su caso, y dada la experiencia de vida prolongada en México, se refiere a la deconstrucción paradójica de grandes mitos de Disney, como Mickey y Mini, a través de la producción artesanal de piñatas para cumpleaños.

Resulta que sin querer, la representación popular que se logra del animado  infantil norteamericano es una caricaturización, medio ridícula y fea. Y luego además, siguiendo la tradición, se le golpea a palos hasta romperla. Para Richard, es como si en toda esa operación inconsciente se sistematizara la relación histórica de odio y amor que muchos pueblos latinoamericanos sienten hacia los Estados Unidos.

Una vista de My Modest Opinion, 2016, por Angel Ricardo Ríos, en la apertura de El Yuma.
Cortesía de AREA Gallery.

Con Plasma, Adriana Arronte ha creado un bajo relieve, una especie de relicario arqueológico donde agrupa disímiles símbolos históricos, políticos y culturales de los Estados Unidos. Juntos, transformándose, contaminándose, anulándose o reforzándose, están varios de los referentes del movimiento Hippy y la lucha por los derechos civiles, la conquista del Oeste, la naturaleza del continente, la guerra y la violencia, el beisbol, el lujo, la vanidad.

Adriana Arronte, Plasma, 2016, de la serie Transformación de la Materia.
Cortesía de AREA Gallery.

En los archivos fotográficos de Michel Pou, una especie de ensayo sobre su primer viaje a los Estados Unidos, que intentamos mostrar tal y como él los ha compartido con sus amigos en Cuba, en su ordenador; también encontramos una profusión de detalles que enuncian la ambivalencia.

Hay fotos que delatan su encantamiento con los paisajes otoñales, urbanos o rurales, que encontró a su paso, pero la mayoría no son ingenuas.

Conviviendo con la belleza ecológica de algunos jardines de permacultura que crecen en las azoteas de NY, están los carteles de prohibiciones absurdas de los parques y el culto, incluso en estos espacios públicos, al donante, a la propiedad privada. Junto a la infinita diversidad de rostros, identidades físicas y culturales que encontramos en las calles, está el chovinismo americano, la bandera americana, presente en todas partes, quizás no tanto “como signo heroico, sino como sigla de una buena marca de fábrica”.

Michel Pou, de la serie It’s not the truth about the US…, 2016.
Cortesía de AREA Gallery.

La obra que evidencia una crítica más directa al modo arrogante y hostil con que Estados Unidos ha establecido y ejercido su hegemonía en su relación con el mundo es la de Levy Orta. Decidió que imprimiéramos el manual de interrogatorio Kubark, desclasificado en 2014 y usado por la Central de Inteligencia en Latinoamérica desde 1963 y más recientemente en Afganistán, Iraq y Guantánamo y que un asistente de la exposición le limpiara simbólica y sistemáticamente.

En la apertura de El Yuma, un asistente de la exposición limpia el cristal delante del manual de interrogatorio Kubark, en Against the Will to Forget, 2016, una acción-instalación por Levi Orta.
Cortesía de AREA Gallery.

Dialoga con ésta y como estableciendo un contrapeso poético, en la comprensión de lo que son los Estados Unidos de América, tenemos la pieza escultórica de Sandra Pérez. Decidió evocar un espejo donde podamos mirarnos, integrarnos todos, pero preservando, casi como una herida, el fragmento donde también reconocernos solos.

Nada en este mundo, que nos ha tocado compartir, ocurre de modo aislado, todo está conectado, todos tenemos responsabilidad en lo que diariamente acontece y se acumula para generar transformaciones, positivas y negativas. La única posibilidad de exorcizar los demonios, de sanar, es mirar profundamente dentro y con más generosidad a los demás.

Una vista de la exposición con Responsibility, 2016, por Sandra Pérez, en el primer plano.
Cortesía de AREA Gallery.

El Yuma. Arte cubano contemporáneo corre al 10 marzo en la galería AREA en Boston.