
Cortesía de Aldeide Delgado.
Uno de los propósitos de Cuban Art News es iluminar aspectos poco conocidos del arte y la historia cultural cubanas. Por ello, compartimos con uds una búsqueda de Aldeide Delgado sobre las cubanas fotógrafas, desde inicios del siglo XX.
El advenimiento el 20 de mayo de 1902 de La República de Cuba supuso el cuestionamiento de algunos de los paradigmas existentes en torno a la feminidad. La incorporación de las mujeres a las luchas independentistas durante el período colonial, la promoción al sector femenino durante la I Guerra Mundial y la asimilación del estilo de vida estadounidense condicionaron el establecimiento de una concepción moderna de feminidad que enarbolaba el derecho al voto, la reclamación de puestos públicos, la patria potestad y la igualdad como presupuestos fundamentales. Siendo así, en el artículo No. 43 de la Constitución de 1940 se reconocía el derecho de las mujeres casadas a la vida civil sin necesidad de licencia o autorización marital y se posibilitaba el ejercicio libre del comercio, la industria, la profesión y el arte.
Las consecuencias de estos cambios sociales y la revolución tecnológica –aparición de las cámaras de menor tamaño Kodak- fueron de gran importancia para el incremento de la participación de las mujeres en el oficio fotográfico. Pues si bien, el Informe sobre el Censo de Cuba de 1899, en la Tabla XXVI Profesiones, artes y oficios según sexos, razas y naturalidades, solo refiere siete artífices en todo el país, durante la primera mitad del siguiente siglo hayamos un estimado de cincuenta y ocho fotógrafas profesionales y aficionadas.
Presentes en las nóminas de asociados al Club Fotográfico de Cuba (1935-1962) o en los pies de obras de revistas como El Fígaro (1885-1929) o Social (1916-1933/1935-1938), estas creadoras habían permanecido olvidadas. Su labor es anónima, así como sus experiencias de vida. Mas sus nombres devienen símbolos de una producción donde las mujeres tienen la posibilidad de contar sus propios relatos, en el sentido de ser sujetos y no objetos de la historia.
En el intento de conformar una tradición de fotógrafas cubanas quisiera llamar la atención sobre algunas fundadoras. De la primera tenemos noticias gracias a la publicación de algunas de sus imágenes en la revista El Fígaro del 7 de febrero y 11 de julio de 1909. Me refiero a la viuda de Gregorio Casañas, seudónimo bajo el cual esta autora ocultaba su verdadera identidad. Durante esta etapa fue muy común el establecimiento de epítetos de Sra. de o Viuda de por parte de las mujeres que se dispusieran a ejercer una profesión u oficio; pues de esta manera conservaban el prestigio alcanzado por el esposo o mantenían la credibilidad ante una sociedad eminentemente machista. Este rasgo característico de las mujeres fotógrafas del siglo XlX tiende a desaparecer entrada la nueva centuria.
Es muy probable que la viuda haya mantenido el estudio fotográfico tras la muerte de su esposo, el fotógrafo venezolano Gregorio Casañas. Del mismo se encuentran referencias tanto en el Directorio General de la Isla de Cuba (1884-1885) como en el Directorio Mercantil de la Isla de Cuba Zayas y Quintero del año 1900. En este último se constata la ubicación de su galería en la calle Colón 86 en Sagua la Grande.

Cortesía de Aldeide Delgado.
Más tarde, se aprecia una sostenida labor de la viuda como fotorreportera de los acontecimientos más significativos de Sagua. Es el retrato de las grandes personalidades de la vida política y social uno de los grandes temas de la fotografía de prensa durante el período, así como la documentación de los actos públicos, matrimonios, entierros, obras arquitectónicas y elementos del estilo de vida burgués.
Sin embargo, hacia los años treinta podemos apreciar el establecimiento de tópicos que exploran las condiciones de vida de otros sectores de la sociedad. En 1936, la revista Social publicaba El veterano, una imagen de la fotógrafa alemana Lotte Grahn que deviene acercamiento a una figura social cuyas demandas tomaron gran protagonismo en la década del veinte.

Cortesía de Aldeide Delgado.
Lotte Grahn había presentado otro trabajo fotográfico para la misma revista en 1935 y hallamos constancia de su labor hasta 1938. Un año antes -1937- Social anunció la exposición de retratos de su autoría en el Lyceum, institución cultural fundada por mujeres y de importancia capital en el desarrollo intelectual y expositivo de la República.

Cortesía de Aldeide Delgado.
Huelga señalar la labor como fotógrafa de Ulderica Mañas y Parajón (1905-1985), quien no solo fue una de las directoras junto a Camila Henríquez Ureña de la revista oficial del Lyceum y representante de Cuba en la Commission on the Status of Women en las Naciones Unidas (1953); sino además colaboradora de la revista Social y fundadora del Club Fotográfico de Cuba. Uldarica Mañas fue designada Vocal del Club en el Acta de Constitución de la Asociación Fotográfica de Cuba en 1935 y continuó siendo enunciada junto al Dr. Arturo Mañas y Parajón, Rosario Soler de Mañas, Rebeca Mañas y Parajón y Arturo Mañas Soler en las nóminas de asociados al mismo. Evidentemente, la familia mostró gran interés por el oficio de Daguerre; mas solo se han detectado dos imágenes de Uldarica que ilustraron para Social, en marzo de 1937, la pobreza de los vendedores ambulantes en Perú.

Cortesía de Aldeide Delgado.

Cortesía de Aldeide Delgado.
Otra de las fotógrafas pioneras en el Club Fotográfico de Cuba fue la ya mencionada Lotte Grahn, pues de 96 asociados que había en 1939 sólo cinco eran mujeres. Años después se unieron Teresa O´Bourke de Cossío y Chea Quintana.
Teresa –o Terina- O´Bourke de Cossío hubo incursionado en la fotografía debido a que su esposo el pintor y destacado fotógrafo Félix F. de Cossío era miembro honorífico del Club. Aparece referenciada por primera vez en el año 1948, fecha donde resultó galardonada con las medallas de oro, plata y bronce en el primer concurso de la Sección Femenina. Al respecto se plantea en el Boletín de julio del mismo año: “La señora Teresa O´Bourke de Cossío, demostró evidentemente su superioridad sobre las demás concursantes, pues sus trabajos son de una alta calidad y dignos de figurar en los salones de aficionados más adelantados”.

Cortesía de Aldeide Delgado.
En sus retratos se destaca el trabajo con la luz artificial por detrás del modelo en aras de favorecer las cualidades estéticas de la imagen. Por ello, en 1949 sus fotografías Retrato y Obrero fueron unas de las seleccionadas para el II Salón Internacional de Arte Fotográfico donde también participaron destacadas figuras como Joaquín Blez, Felipe Atoy, Jorge Figueroa, Ángel de Moya y otra fotógrafa de las primeras en unirse en 1939 al Club, Sarah Loredo Rodríguez.

Cortesía de Aldeide Delgado.
Por su parte, Chea Quintana (1902-1997) es una de las creadoras donde acaso hemos podido encontrar más rastros de su trayectoria. Fue la sexta hija del matrimonio entre Joaquín López de Quintana y Caridad Sartorio Leal. El primero, aprendió el oficio fotográfico en España y a su regreso a Gibara, hacia finales del siglo XlX, estableció un estudio en un edificio al fondo de la casa. Ese fue el lugar donde el padre enseñó la profesión a los hijos Manuel López de Quintana, Caridad López de Quintana (Cusa) y María de las Mercedes López de Quintana y Sartorio (Chea), quienes aparecen en los registros de asociados al Club Fotográfico desde 1939.

Cortesía de Aldeide Delgado.
Al decir del investigador Rufino del Valle, el carácter emprendedor de Chea pudo condicionar el establecimiento de un estudio fotográfico propio, en su casa del ingenio Tacajó, donde residió desde 1927. En el mismo practicó el retrato de miembros de la familia y del central Báguanos que administraba su hermano Manolo. Hacia 1945, retrataba entre 15 y 20 personas al día y su labor se extendió a otras regiones como Bayamo, Manzanillo, Victoria de las Tunas y Camagüey.

Cortesía de Aldeide Delgado.
Además, devino patrocinadora de eventos como el Primer Salón Internacional Cubano de Fotografía Artística realizado en 1948, a la vez, que tomaba cursos de fotografía en Estados Unidos y La Habana. Quizás a ello se debe el alto nivel estilístico que alcanzaron algunas de sus imágenes donde el interés por captar la psicología del modelo y el exquisito trabajo de luces y sombras constituyen sus valores fundamentales. Al triunfar la Revolución el 1ro de enero de 1959 existía un estimado de cincuenta fotógrafas inscritas en el Club Fotográfico de Cuba. Sin embargo, podría intuirse que muchas emigraron ante la nueva situación social, como la propia Chea Quintana instalada en Miami desde 1960 y hasta su muerte en 1997.
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