Una vista de la exposición Growing Up in Neverland en la galería Scarfone/Hartley en la Universidad de Tampa.
Foto: Jeremy Scott Photography, cortesía de University of Tampa

La muestra colectiva, organizada por el curador piñareño David Horta, introduce artistas y arte cubano en la Universidad de Tampa. Janet Batet visita la exposición y destaca sus valores. Growing Up in Neverland corrió del 4 de marzo hasta el 18 de marzo en la Galería Scarfone/Hartley de la Universidad de Tampa.

Bajo el sugerente título Growing Up In Neverland, la Scarfone/Hartley Gallery de la Universidad de Tampa presentó recientemente una muestra de ocho artistas cubanos (Ernesto Leal, Pedro Pablo Oliva, Sandra Ramos, Lázaro Saavedra, Esterio Segura, Javier Castro, José A. Vincench y el colectivo The Merger). La muestra, curada por David Horta y con el ánimo de  fomentar el diálogo cultural entre la isla y los Estados Unidos, incluye obras realizadas en los últimos diez años que abordan temáticas asociadas a la vida en Cuba, desde la cotidianeidad, el conflicto identitario, la función del arte, la contingencia política y la migración.

El título, en su propia calidad de préstamo, acentúa el carácter intertextual que domina en muchas de las piezas al tiempo que evidencia la condición sui géneris de una isla tan cercana y arcana a un tiempo, dadas las condiciones bien particulares de la realidad cubana. En otro orden de cosas, Growing Up In Neverland apunta al carácter lúdico prevaleciente en la muestra –eco de ese deseo obstinado del personaje de Barrie por no abandonar la niñez- y a la toma de consciencia que implica el advenimiento a la vida de adulto.

Abordando la temática migratoria asoman las obras de Pedro Pablo Oliva, Sandra Ramos, Esterio Segura y The Merger.

Pedro Pablo Oliva, El gran viaje, 2015
Foto: Jeremy Scott Photography, cortesía de University of Tampa

La gran carroza (2014) y El gran viaje (2015), ambas de Pedro Pablo Oliva (Pinar del Rio,1949), son dos esculturas en bronce que resumen de manera poética la odisea del emigrante cubano una vez aventurado al mar.

Esterio Segura, detalle de Goodbye My Love, 2012
Foto: Jeremy Scott Photography, cortesía de University of Tampa

Por su parte, Goodbye My Love (2012) de Esterio Segura (Santiago de Cuba, 1970) es un detalle de una instalación de arte público exhibida con antelación en el Aeropuerto Internacional José Martí durante la 11th Bienal de La Habana y en el pasillo peatonal justo al lado de Times Square. Goodbye My Love incorpora el kitsch tan caro a la obra de Segura y el pop art como recursos fundamentales que sostienen el momento agridulce de la separación.

Sandra Ramos, 90 Miles, 2011
Foto: Jeremy Scott Photography, cortesía de University of Tampa

90 Miles (2011) de Sandra Ramos (La Habana, 1969) recrea un puente ficcional que procura unir los dos extremos de El estrecho de la Florida. La artista parte de fotografías cenitales tomadas durante vuelos entre Miami y La Habana que son integradas en cajas de luces sobre las que camina el público. 90 Miles fue expuesta por primera vez en Sandra Ramos: Living at the Vortex, en la galería Dot Fiftyone, en Miami, y un año después fue parte de su exposición personal Puentes: entre lejanías y cercanías llevadas a cabo, en El museo Nacional de Bellas Artes de La Habana como parte de la XI Bienal de La Habana. Una versión de esta misma serie, Serie Puentes: 50 Millas. Italia- Costa – Bálticafue incluida en el Pabellón cubano de la Bienal de Venecia de 2013.

Abordando el enrevesado terreno de la realidad sociopolítica cubana, destacan  las obras de Lazaro Saavedra (La Habana, 1964), José Ángel Vincench (Holguín, 1973), Ernesto Leal (La Habana, 1971) y Javier Castro (La Habana, 1984).

Lázaro Saavedra, detalle de Softward cubano, 2012
Foto: Jeremy Scott Photography, cortesía de University of Tampa

Software cubano (2012), de Lázaro Saavadra, expuesta por primera vez en la exposición personal Sin concepto, Galería Habana, 2013, apropia las reglas sintácticas propias del lenguaje de programación para exponernos las diferentes disyuntivas y/o alternativas que se desprenden  del problema inicial: “Separarse de la común doctrina, creencia o conducta”. Las cadenas binarias (1 y 0 -aquí traducidos en  SI o No) derivadas de cada uno de las posibles alternativas, va dibujando un incisivo panorama frente al  enunciado inicial que retrata, no sin ironía, las disyuntivas siempre sin mediatintas a las que se enfrenta el cubano en lo que a ideología se refiere.

La serie Pintura de Acción (2015), de José Ángel Vincench, de la que se incluyen  dos pinturas en la muestra, es parte de la evolución lógica de la propuesta de este artista interesado en la abstracción y el silencio y sus intersticios en el arte y la vida política cubana. El “dripping” de estos cuadros es testimonio de los actos o la “acción” de vandalismo que son objeto las casas de aquellos que abiertamente se oponen al sistema político cubano. De hecho, el artista parte de fotografías documentales, muchas veces incluidas como referencia, que son minuciosamente reproducidas por medio del empleo de la tradicional técnica del pan de oro que, de modo eficaz, busca legitimar las voces de la disidencia dentro de la sociedad cubana contemporánea.

José Ángel Vincench, El peso de las palabras, 2015
Foto: Jeremy Scott Photography, cortesía de University of Tampa

Su serie El peso de las palabras (2015), aborda prejuicios latentes en la idiosincrasia del cubano y que Vincench resume a partir de vocablos del habla popular que estigmatizan y segregan. Tales son los casos de “Disidente”, “Cherna” o “Pasa” (refiriendo respectivamente a la alteridad política, la homosexualidad o la raza negra).

Un video de Javier Castro en Growing Up in Neverland.
Foto: Jeremy Scott Photography, cortesía de University of Tampa

Haciendo también uso de la cultura popular, Javier Castro Rivera hace uso del video como herramienta sociológica. Castro renuncia a la iluminación artificial y cualquier otra parafernalia técnica que signifique un extrañamiento del sujeto retratado, haciendo así que el registro final sea lo más auténtico posible y la presencia de la cámara, cuasi desapercibida.

Una vista de la exposición con una obra de The-Merger en el primer plano.
Foto: Jeremy Scott Photography, cortesía de University of Tampa

Growing Up In Neverland implica en su propio título la consciencia y reevaluación en torno al contexto específico (La revolución cubana de 1959) en el que han crecido y se inserta la producción de estos creadores, así como los avatares y desventuras de los preceptos y utopías asociados a dicho contexto.