
Cortesía Subasta Habana
Por estos días hay gran ajetreo en Galería Habana, en el barrio habanero de El Vedado. Se ha convertido en una suerte de gran cuerpo de guardia donde se “curan” las obras que estarán en puja durante la venidera Subasta Habana. Los especialistas de la galería ultiman detalles, trabajan desde las computadoras, preparan el catálogo de la subasta, realizan numerosas llamadas telefónicas y se comunican vía Internet. Es un trabajo de equipo liderado por los curadores Luis Miret, director de la subasta; Jorge Toledo, especialista de la subasta, y Clarisa Crive, especialista principal.
Todos están enfrascados en los preparativos de la Oncena Edición de Subasta Habana, un evento dirigido a la comercialización del arte cubano y las artes decorativas, que se realiza hace una década desde Cuba. Tanto las subastas de artes decorativas como la de arte cubano serán celebraradas el próximo primero de noviembre, en la sala Taganana del Hotel Nacional de Cuba, a partir de las 6 de la tarde. Desde una semana antes, en Galería Habana, el público podrá disfrutar de las obras que se presentarán.
Aunque Subasta Habana surgió inicialmente en el mes de diciembre, las últimas ediciones se han realizado a principios de noviembre y así adelantarse a las sesiones de conocidas casas Sotheby’s y Christie’s de Nueva York.
Grandes sorpresas depara la Subasta para los coleccionistas de arte cubano: un lote compuesto por tres acuarelas en papel de Víctor Patricio Landaluze, una excelente pieza en tela, de Fernando Tarazona titulada Las lavanderas, y una naturaleza muerta de José Segura Ezquerro. En esta ocasión se presentan menos lotes de arte contemporánoe con respecto al pasado año, pero los lotes se distinguen por una calidad superior. Los lotes más relevantes corresponden al período de la vanguardia cubana, y las tendencias abstractas y concretas de los años cincuenta. De la vanguardia destacan obras de artistas como René Portocarrero, Roberto Diago Querol, Eduardo Abela, Víctor Manuel, Fidelio Ponce, Cundo Bermúdez y Carlos Enríquez.
Conversamos con Clarisa Crive, quien nos adelantó algunas de las particularidades de esta nueva edición.
Este año apostamos por una subasta muy puntual, muy objetiva. No queremos que sobren obras para llegar a una cantidad de lotes como tal. Lo que nos interesa es presentar obras atractivas, de calidad, que puedan ser adquiridas luego de un pesquisaje muy serio. Pondremos en la Subasta tres lotes importantes que no se encuentran fácilmente como una tela de José María Mijares. De René Portocarrero estarán en puja piezas interesantes que datan de los años 50 y, con las cuales no habíamos contado anteriormente. Se trata de dos relevantes obras una Flora (1967, Óleo/ tela,) y un excelente florero rico en amplias texturas cromáticas.
También se subastarán cuatro obras de Servando Cabrera Moreno, piezas de Fidelio Ponce de León, un (Ángel) Acosta León muy parecido al de la primera subasta, un Cundo Bermúdez, y relevantes obras de Loló Soldevilla, artista que en las últimas tres ediciones de la subasta ha incrementado su presencia en cuanto a la cantidad de piezas y sus precios de salida.
La presencia de los artistas contemporáneos será más exclusiva, por invitación de la subasta. En ese sentido, ofrecemos obras poco disponibles, que no se puedan adquirir en los talleres, y apostamos por artistas muy importantes que ya tengan un mercado más organizado, más localizado para sus piezas. Entre estos creadores contemporáneos invitados se encuentran: Gustavo Pérez Monzón, Ricardo Brey, Tonel, Roberto Diago Durruthy, Carlos Garaicoa y Roberto Fabelo.
¿Cómo funciona la Subasta?
Existen las pujas privadas, telefónicas, las silenciosas (donde el director de la Subasta representa a un cliente interesado). Los interesados en pujar y comprar van accediendo al sitio web desde cualquier lugar del mundo. Sacan la planilla de puja privada y la envían por fax. En el momento de la Subasta, un equipo de especialistas se encarga de atender esas solicitudes.
La Subasta tiene dos actividades dentro de sí misma, y una galería virtual. En un inicio se hacía una subasta on-line y una subasta física que coincidían en el mismo período. Después, comprendimos que la subasta on-line generaba muchos gastos y no tantas ventas.
Entonces se decidió pasar a la galería virtual, que permanece abierta durante todo el año. Eso propició que se pueda acceder a nuestro sitio en cualquier mes para comprar obras que son de menor importancia. También a veces, si una pieza no se vende en la subasta, y el propietario quiere dejarla, la ponemos en venta on-line.
¿Cómo fijan uds los precios de las obras?
Los procesos de tasación los hacemos de la siguiente manera. Una obra llega a nuestras manos. Ya tenemos un historial de ventas de la Subasta y nos apoyamos en esa herramienta tan importante como es Artprice (líder mundial de la información sobre el mercado de arte), donde aparecen todas las ventas de subastas. Hacemos un estudio y valiéndonos de esas y otras herramientas vamos consolidando un precio en el que tenemos que ponernos de acuerdo con el proveedor.
Si el propietario quiere poner un precio que no es el del mercado, le aconsejamos que la venda en otro momento. El precio no puede ser impuesto por un propietario. Tiene que ser un consenso entre la Comisión de Patrimonio y el derecho moral.
¿Cuáles son los criterios de selección de la Subasta?
Los criterios de selección dependen de la disponibilidad de obras. También deseamos presentar obras históricas, que no estén disponibles en el mercado. Lo hacemos a partir de cómo se han comportado esos artistas en otras subastas, pero siempre hacemos nuevas presentaciones de artistas a los cuales, en un futuro, podamos ir trabajándoles su mercado.
Desde el año 2009 se incorporaron las artes decorativas. La logística y todo el trabajo investigativo y de selección lo realiza el Fondo Cubano de Bienes Culturales con la galería Collage Habana. Gretell Rodríguez Álvarez es la curadora de esta sección. Nos unimos a la hora de preparar el catálogo.
¿De qué período han tenido más demanda las artes decorativas?
En Cuba se encuentran piezas de artes decorativas de todos los períodos. La aristocracia cubana tenía el gusto por adquirir objetos de artes decorativas para sus grandes casas. Entonces se pueden ver de períodos antiquísimos obras interesantes en plástica y arte universal. En la Subasta se han vendido relojes, juegos de cubiertos, mayólicas, jarrones de gran calidad.
¿Y en el caso de una artesanía más contemporánea?
No, realmente no. Solamente llevamos dos años subastando las artes decorativas. Habría que investigar mucho en el caso de la artesanía contemporánea. Será un proceso para el futuro. Por lo pronto, no.
¿Existe la posibilidad física de vender o pasar obras falsas en la Subasta?
“Tenemos una comisión de Patrimonio, de expertos del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) que vela y estudia porque esto no suceda. Las obras siempre deben estar certificadas por el derecho moral de la familia y por el grupo de expertos del MNBA. Cada vez estudiamos más y nos valemos de muchos más elementos.”
¿Quién más autentifica las obras que ingresan?
En los últimos tiempos, la expertización ha dado un vuelco. Eso se refleja en el libro reciente publicado por Alex Rosenberg (renombrado tasador de arte y contribuyente a la Fundación Ludwig), donde habla del derecho moral que tienen las familias para certificar obras. Por tanto y demás, hay obras que las autentican algunos familiares. Por ejemplo: el Cundo Bermúdez de esta subasta, pasó por la Comisión y nosotros contactamos con Conrado Basulto, hasta ahora la voz más autorizada para esto. Llegamos a un consenso y él nos certifica la obra.
¿Qué por ciento se descuenta a los vendedores?
A los primeros 30 mil, se les descuenta un 20 %, entre 30 mil y 100 mil, un 15 %, después de 100 %, un 10 % (más el tributo a la Oficina Nacional de Administración Tributaria, ONAT).”
¿En el caso de los artistas ya fallecidos, uds tienen en cuenta el derecho moral de los herederos?
Por supuesto. En la Subasta participan personas naturales que posean obras de artistas fallecidos. Y desde hace dos años convocamos a que vengan también desde el exterior personas que tienen colecciones importantes, y quieren venderlas. Ese es uno de nuestros intereses: convertirnos desde La Habana en el centro del mercado del arte cubano.
Hacemos un análisis para que se autorice la importación de la obra, desde la imagen, y con todos los datos, el currículo de la obra, decidimos si viene a La Habana o no. Después de pasar por todas las comisiones de Patrimonio, valoramos si nos interesa para viva voz o para la Galería Virtual.
¿En que circunstancias nace Subasta Habana?
Subasta Habana fue un proyecto de Rafael Acosta, entonces director del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, y desde el inicio la Empresa Génesis Galerías de Arte fue la encargada de realizarla. En ese momento, Génesis estaba dirigida por Luis Miret, quien es fundador de la Subasta. Se tomó como sede organizativa la galería La Acacia.
Yo no formaba parte de la Subasta, sin embargo, desde un inicio he sido parte de ella y me considero fundadora, en aquel entonces era especialista de La Acacia. De alguna manera, he estado vinculada a las subastas y conservo la memoria de todas ellas.
¿Con qué objetivos se inicia la Subasta?
Su principal objetivo fue crear un evento que legitimara el mercado de arte cubano de todos los tiempos. La Subasta surgió para promocionar, colocar en el mercado, posicionar precios, de artistas cubanos desde la Academia del siglo XIX hasta los artistas contemporáneos. De hecho, el arte cubano es nuestra especialidad, pero también se incluyen algunos autores españoles que vivieron y produjeron su obra en Cuba, durante la Colonia.
Otros objetivos implícitos fueron redescubrir para el mercado internacional la obra de Servando Cabrera, Antonia Eiríz, Raúl Martínez, artistas de los años 60 que no tenían presencia notable por el aislamiento del arte cubano. Entonces la subasta de la casa Christie’s, con su sección de arte latinoamericano, indicaba de había un potencial para ese mercado.
Con Antonia no hemos alcanzado los resultados esperados. A pesar de ser una artista excepcional, con una obra increíble, no nos sentimos satisfechos con el camino que hemos andado durante estos diez años. Sin embargo, con Servando hemos logrado resultados muy gratificantes. En las últimas Subastas se discuten sus obras a precios muy por encima de sus estimados.
¿Cuáles son los antecedentes de la Subasta?
Los antecedentes más cercanos son las Subastas Humanitarias, la subasta Primavera, del Fondo Cubano de Bienes Culturales y la Subasta de Invierno, en la Galería Imago del Gran Teatro de La Habana. Desde la Primera Bienal de La Habana, 1984, comenzó a desarrollarse el mercado del arte cubano, incluso con compradores que venían de los Estados Unidos, desafiando las múltiples prohibiciones del bloqueo económico.
Tiempo después, Alex Rosenberg se interesó en el arte cubano contemporáneo y empezó a visitar Cuba de forma habitual para impartir conferencias, seminarios, organizar exposiciones.
¿Considera que la Subasta ha alcanzado prestigio a nivel internacional?
La Subasta es un evento joven. En estos diez años, hemos ido madurando. Tenemos nuevos clientes y hemos alcanzado una permanencia. Hacemos una Subasta modesta desde Cuba con mucha dignidad. Y la cita ha logrado alcanzar un mercado muy particular donde los Estados Unidos y Europa son los clientes mayoritarios.
No obstante, debemos continuar superándonos. No hay evento perfecto. Piensa que los objetivos con se inició la Subasta se han ido cumpliendo. Una muestra es, que desde La Habana, nuestro principal mercado es los Estados Unidos.