Rocío García, El Regreso (2012)

Inauguradas durante el verano, dos exposiciones permiten descubrir visiones singulares, procedentes de dos creadoras de diferentes generaciones. Mientras en Galería Habana, en El Vedado cercano al mar, los seres deseantes de la pintora Rocío García habitan los lienzos con la ligereza de un comic book, las salas cubanas del Museo de Bellas Artes son el espacio para el despliegue de las mujeres levitantesde la escultora Rita Longa, hechas de piedra, yeso y mármol. En Noticias de Arte Cubanocomentaremos ambas muestras.

Rocío García: El Regreso de Jack el Castigador. Renombradoa partirdel sanguinario personaje del Londres de fines del siglo XIX, el fisiculturista enmascarado regresa para dar título a una nueva serie de10 lienzos de mediano formato. Graduada en 1983 de la Academia Repin, de San Petersburgo, en la antigua URSS, la pintura de Rocío García comparte el aire sofisticado de las ilustraciones del New Yorker. Desde fines de los años 80, ha creado un arte internacional, diametralmente opuesto a las convenciones visuales de la cubanía: en sus lienzos no hay colores tropicales, guajiros, o paisajes con palmeras curvilíneas ondulando al viento. Expuesta ya en el Museo Nacional de Bellas Artes, ha asimilado claves del mundo narrativo de los comics, de los grandes maestros de la pintura occidental, y resuelve sus lienzos con figuras lineales que se contraponen,a lo Matisse, con grandes zonas de color.

Sus personajes (policías, marineros, geishas lánguidas o guerreras, lesbianas, parejas vestidas de cuero) se exhiben e interactúan generalmente en interiores que pudieran estar localizados en cualquier capital del mundo:bares(sofisticados o meramente del puerto), baños, dormitorios, salas de juego, escenarios propicios para el erotismo sadomasoquista y a veces turbulento.

Sin embargo, en El Regreso de Jack… no exhibe la violenciaexplícita que se hacía presente en series anteriores de Rocío. Y añade un personaje singular: un simpático conejo blanco que está presente o hace de testigo involuntario, como un símbolo contemporáneo de Eros que va regando su aroma en todas las escenas. El conejito acompaña las figuras, generalmente aisladas en recámaras, con excepción de la obra “Kaipiroshkade Fresa”, una animada celebración, realizada en un bar, donde a las chicas y chicos -vestidos conmás glamour que en “Sex and the City”- se contrapone una alta y calva mujer, vestida sólo con zapatos de tacón, que espera ceremoniosamente su coctel. Sin embargo, es una lástima que Rocío no saque partido de las posibilidades expresivas del marco (frame) como complemento de las obras, o explote más las temperaturas visuales de las texturas.

Galería Habana, 3 de agosto-7 septiembre, La Habana.

Rita Longa, Centenario. El Museo Nacional de Bellas Artes está muy ocupado este año celebrando los centenarios de varios artistas de la vanguardia. Una de las exposiciones inauguradas durante el verano pertenece a Rita Longa (1912-2000), una de las escultoras cubanas más visibles en la historia insular de la manifestación. Alumna en 1928 del escultor Juan José Sicre en la Academia San Alejandro, Rita integró en 1938 el experimento pedagógico del Estudio Libre de Pintura y Escultura, junto a creadores como Portocarrero, Abela, Mariano, Lozano y Ravenet, y dos años más tarde inicia un trabajo de relieves escultóricos –junto al arquitecto Eugenio Batista, fundador de la Arquitectura moderna- para emplazamientos domésticos. En 1962 dirige el emplazamiento de la Aldea Taína en el complejo turístico de Guamá, construído por la Revolución en la Ciénaga de Zapata, y desde 1980 fue designada presidenta de la Comisión para el desarrollo de la escultura monumentaria y ambiental (CODEMA).

Galardonada ya desde 1935 con un premio en el I Salón Nacional de Pintura y Escultura, en 1938 el crítico Ramón Guirao definía que “Rita ha evolucionado del simplismo a la simplicidad, del vano juego de la estilización a un sentido exacto de la forma”. Las casi treinta esculturas, modelos y piezas definitorias realizados en yeso, terracota, piedra, mármol, bronce, mostradas en el museo evidencian las constantes estilísticas de Rita definidas por Guirao. Surgida en sincronía con el movimiento renovador de ArtDeco, que en La Habana exhiben construcciones como el edificio Bacardí, en La Habana Vieja, o el López Serrano del Vedado, las figuras creadas por la escultora parecen desafiar la pesantez de los materiales usados mediante un diseño que privilegia formas geométricas dinámicas.

Fuese cumpliendo funciones de relieves adscritos a la Arquitectura, en fuentes para patios de residencias privadas o en moderna representación de figuras del repertorio católico, la imagen de la mujer recorre la obra de Rita desde sus inicios. Son mujeres sensuales incluso bajo los hábitos (Santa Rita de Casia), de largos huesos, fuertes y protectoras (Virgen del Camino), desnudas como las estatuas clásicas o cubiertas por velos apenas sugeridos, de rostros imprecisos y actitudes ensimismadas. Lejos de mostrar recogimiento físico, son mujeres abiertas a la mirada del otro, nada púdicas, no han sido talladas o esculpidas para encarnar episodios de la Historia ni metáforas abstractas de carácter telúrico. Esconden más bien una carnalidad contenida y resultaría interesante contrastar las visiones que Rita ofrece de la mujer con las ofrecidas por los escultores cubanos, como dos ángulos de una aguda imaginación.

De las mujeres en piedra de Rita a las féminas -lánguidas como odaliscas- de Rocío, transcurre medio siglo en el proceso del arte cubano, terreno en el cual el académico o el estudioso podría detectar más de una convergencia posible. Sin embargo, el catálogo de Rita editado con motivo de su centenario no parece aventurarse conceptualmente más allá de lo expresado en La Magia del Volumen, exposición celebrada en 1996 junto al escultor Agustín Cárdenas, en el mismo museo, ni su diseño y extensión se conjugan fielmente con la celebración de su centenario. Para resaltar la obra de nuestros pintores y artistas, la industria cultural cubana necesita producir y promover internacionalmente libros de colección, con estudios enjundiosos y detallados, y abundante iconografía, que se conviertan en imprescindibles mapas del conocimiento para artistas, académicos y coleccionistas , más allá de la mera ocasión cronológica.

Julio a Septiembre, Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana.

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