Willy Chirino: My Beatles Heart

Para bien y/o para mal, la cultura cubana ha estallado. Sus fragmentos, como los del espejo de «La reina de las nieves» de Hans Christian Andersen, se han clavado en múltiples ojos y corazones, mundializando a Cuba y cubanizando al mundo.

El hecho de que numerosos músicos nacidos y formados en nuestro país, cultores de todos los géneros y estilos, en el presente se encuentren diseminados en múltiples sitios geográficos, pone a los investigadores y amantes de nuestra música ante un nuevo reto: ¿cómo saber que uno de nuestros creadores, hoy residente en Japón o Finlandia, no publicó en la década pasada o está a punto de editar un disco genial, que marcará no sólo la música cubana sino hispanoamericana de los próximos años?

Esta realidad diaspórica impone una certeza: la dispersión ya está cambiando la fisonomía de nuestra música y en el futuro incidirá en su valoración. Se está conformando un corpus disperso y difuso, cuyos límites resultan muy difíciles de precisar.

Como pequeña muestra de lo mucho y bueno que en materia de producción fonográfica anda sucediendo en la diáspora cubana en el mundo, traemos a Cuban Art News algunos ejemplos.

Willy Chirino: My Beatles Heart. Importante en la gestación de lo que se conoce como “el sonido de Miami”, es la irrupción del pinareño Willy Chirino, quien comienza a grabar en 1974. Una pieza de Willy sintetiza con excelencia los procesos de hibridación, interculturalidad, que han tenido lugar entre los músicos de origen cubano residentes en Estados Unidos, y a la perfección encarna la mezcla musical y cultural del Sonido de Miami. Es “Un tipo típico”, pieza principal del disco Acuarela del Caribe (1989). La canción dibuja un autorretrato de toda una generación. El protagonista se considera «matamórico» y «chapotínico», o sea, con afición por la música popular cubana, pero tiene además una «veta de rocanrolero» que lo hace seguidor de Jimi Hendrix, los Beach Boys y los Beatles.

En continuación de “Un tipo típico”, que empleaba un fragmento de la pieza «Sergeant Pepper’s lonely hearts club band», de los Beatles, el más reciente fonograma de Willy Chirino es todo un homenaje a los cuatro famosos músicos de Liverpool. Bajo el título de My Beatles Heart, su creador revisita el repertorio beatleriano, pero versionándolo en los aires de la salsa o, más propiamente, de la música cubana, experimento que no deja de resultar novedoso aunque tenga antecedentes.

Piezas como “Because”, “Come Together”, “Across the Universe” y otras piezas clásicas de los Beatles, aparecen en la selección realizada por Willy Chirino para conformar una llamativa muestra de lo que es hacer un disco de cover pletórico de originalidad y, además, muy sabroso para bailar.

Yaniel Matos: En movimientoFormado inicialmente como ejecutante de violoncello y piano en el conservatorio Esteban Salas en Santiago de Cuba, estudia composición con Harold Gramatges y José Loyola. Matos llega a la conclusión de que lo suyo sería la música popular; y se integra a prestigiosas agrupaciones de la escena timbera de La Habana de fines de los 90. En el 2000, Yaniel pasa a vivir en Brasil y durante un tiempo se dedica a estudiar y conocer parte de los secretos de la riquísima música de aquel país.

El tercer fonograma de este santiaguero, lleva por nombre En movimiento y en el mismo encontramos músicos de Brasil y Cuba. Estamos aquí en presencia de un CD clasificable por unos como ejemplo de música instrumental y por otros como botón de muestra del smooth jazz, pero que en cualquier caso es manifestación del carácter transnacional que hoy vive la música cubana. Piezas como «Danza de orichas», «Txai», «Alegría» y «Carnaval», transmiten esa particular energía que emana tanto de los moradores de Santiago de Cuba como de los de São Paulo. Y creo que ahí radica el principal mérito de este CD, es decir, la buena vibración que nos hace llegar al escucharlo.

Israel “Cachao” López: The Last Mambo: La Leyenda En Vivo. En el Olimpo donde se inscriben los grandes nombres de la música cubana de todos los tiempos, en letras sobresalientes se encuentra el de Israel «Cachao» López. El eminente compositor y contrabajista, desaparecido en 2008, fue parte de la generación de instrumentistas de nuestro país que protagonizó un peculiar capítulo en la historia de nuestra música: las “descargas”. Cachao fue uno de sus gestores en la década de los 50, a partir de la publicación del LP Cuban Jam Sessions in Miniature, todo un suceso para la época y para el futuro del jazz afrocubano.

La obra póstuma de Cachao, el álbum doble The Last Mambo: La Leyenda En Vivo, contiene el merecido homenaje que se le rindiera el sábado 22 de septiembre de 2007, en el Carnival Center For The Performing Arts de Miami. El primero de los dos CDs abre con “Marianao Social Club”, tema ideal para dar paso a varios danzones que recrean el ambiente sonoro de los antiguos salones cubanos de baile en las décadas del 40 y 50. Merece un destaque especial las piezas “Buenaventura” (dedicada por el violinista Federico Britos a la esposa de Israel López) e “Isora Club”, también orquestada por Britos.

En el segundo disco sobresale el track “Descarga Cándido”,, con protagonismo para el conguero Cándido Camero, la sensual interpretación de “Dos gardenias”, a cargo de Lucrecia, la cubanísima versión de “Obsesión” donde se luce el flautista Dave Valentín, el violinista Alfredo de la Fe y el propio Cachao desde el contrabajo, así como la interpretación hecha por el dúo ocasional de Issac Delgado y Hansel en torno a “El cuarto de Tula”. Otros participantes en el tributo a Cachao, también en el fonograma son los cantantes Willy Chirino y Lissette, y el trombonista Jimmy Bosch. Ellos junto a los demás instrumentistas y a la orquesta de cuerdas formada para el homenaje, hacen de éste un fonograma de obligatoria escucha en la reciente discografía cubana.

Julio Fowler: Utopías. El cantautor villaclareño Julio Fowler pertenece a una generación de creadores cubanos que por muchos años no pudo dejar plasmado en un álbum su quehacer musical, dado el desinterés generalizado en su propuesta por parte de la industria discográfica. Él tuvo que aguardar por la llegada del presente siglo, para registrar sus canciones en un soporte digital, a pesar de que desde finales de los 80 contaba con un nutrido grupo de excelentes composiciones (“Alba vendrás”, “Los enmascarados”, “Pon tu corazón”, “Fábula del inocente”…). Muchas de ellas aún esperan mejor suerte, pues sólo se conservan guardadas en su memoria o en la de quienes las descubrimos en su momento.

En unos pocos años, Julio ha publicado tres CDs: Dale mambo (Urban Color Music, 2003), Buscando mi lugar (Factoría Autor, 2006) y Utopías, su más reciente fonograma, editado también por Factoría Autor. Con 14 canciones, el álbum plasma las ideas que este artista posee acerca de la utopía, mediante una forma tangencial, el predominio de un lenguaje coloquial, pero siempre con un alto vuelo poético. Trabajo discográfico con mucho de una sonoridad acústica y muy guitarrero, el modo de interpretar de Fowler se caracteriza por ir de un tono quedo a una especie de agudo nasal, pasando por el atinado empleo del falsete, Utopías tiene una impecable producción musical, a cargo de José Ramón Mestre, Yuri Wong y del propio Julio, todos músicos radicados en España.

Del álbum, me resulta de especial impacto el trabajo de Gema Corredera y Pavel Urquiza en el tema “Tienda en Neptuno”, la pieza de mayor pegada de toda la grabación, tanto por el tratamiento neohistoricista al contar una historia del pasado que dialoga con el presente, así como por su formidable arreglo vocal instrumental.

Cortes destacados son también «Se busca», «Bienvenida la locura», «Si me amas» y «Muros», que junto al resto del material hacen de Utopías un CD muy recomendable.

Así pues, he aquí tan solo una pequeña muestra de la reciente producción fonográfica de los cubanos en la diáspora, fragmentos de nuestra memoria colectiva y que hoy crea y viaja por los más diversos rincones del mundo.